Estarás de acuerdo en que, a veces, queremos comunicarnos con nuestra pareja, amigxs o familia y no sabemos cómo hacerlo. No sabemos por dónde empezar o qué palabras usar para dar un mensaje claro que transmita lo que tenemos en la cabeza. Y es que, comunicarnos es un proceso más complejo de lo que parece.

La comunicación es la capacidad que nos permite expresarnos, compartir ideas, experiencias, información y enseñar lo que sabemos.

Cariño, tenemos que hablar...

 

De hecho, las palabras que utilizamos son capaces de cambiar realidades y formas de pensar, crear un vínculo estrecho con otra persona e incluso herirla profundamente…

Habrás oído mil veces “Hay que hablar las cosas”, “La comunicación es muy importante”. Pero… ¿por qué es tan importante?

  • No tenemos telepatía. Por ejemplo, si no le dices a tu pareja lo que sientes u opinas es imposible que lo sepa. Nuestros pensamientos no llevan altavoz, así que no esperes que tu pareja use brujería y lo adivine. Olvídate del “Tú sabrás” y ¡explica qué es lo que tiene que saber!
  • Para evitar malentendidos. ¿Conoces el juego del teléfono? Una persona dice una palabra al oído de su compi de al lado, y así sucesivamente hasta que la última persona dice en voz alta lo que ha entendido. Normalmente hay una diferencia abismal entre la palabra del inicio y la que se acaba interpretando. Esto mismo pasa cuando damos por hecho que las personas que nos escuchan han interpretado exactamente lo que queríamos decir. ¡Comprueba que reciben tu mensaje tal y como quieres transmitirlo!

A pesar de las diferencias, hablando todo se arregla.

Hoy te vamos a hablar de un tipo de comunicación superefectiva y potente que va a cambiar tu forma de interactuar con tu pareja y, por qué no, con todo tu entorno… ¿Listx?

¡Hablamos de la asertividad!

La asertividad es la capacidad de expresar de forma clara y eficaz lo que pensamos y sentimos sin ofender a la otra persona. Aprender a defender nuestros derechos y respetar los del resto.

Aprende a ser más asertivx en 10 pasos

  1. Palabras prohibidas. Palabras como “nunca/siempre” y “todo/nada” no nos aportan mucho. “Nunca ayudas en la casa” no es una frase eficaz porque ese “nunca” es general y no da margen de mejora. Cámbialo por un “Me encantaría que te encargaras más seguido de las tareas de casa”. Esta frase es más potente porque deja posibilidad de mejora y da pie a una conversación sobre el tema.
  1. Hablar de lo que hace, no de cómo es. La concreción es la clave. Las frases como “Eres egoísta porque nunca tienes detalles conmigo” no suelen producir cambios en la otra persona porque estás describiendo una característica que (sea cierta o no) probablemente ni en cien años pueda cambiar, y como mucho ganarás una discusión llena de reproches. Sin embargo, con frases como “Me encanta cuando me sorprendes y por eso me gustaría que tuvieras más detalles conmigo”, pones la atención en el comportamiento específico que te gustaría conseguir y das unas pistas más claras a la otra persona.
  1. Escucha activa. No vale eso de “Te estoy escuchando”. Demuestra que has escuchado, pues la comunicación se construye por los dos lados. Atiende a sus palabras, qué dice y cómo lo dice, fíjate en su lenguaje no verbal, deja espacio para los silencios e intenta empatizar con sus emociones. Cuando tu pareja te cuente lo que le ha pasado, hazle un pequeño resumen de lo que te ha contado y acaba con un “¿Lo he entendido bien?”.

Pon los cinco sentidos en la conversación y no te pierdas detalle
  1. No interrumpir. En una conversación asertiva hay tiempo para escuchar, hablar y preguntar. Si hace falta, muérdete la lengua mientras te cuentan algo hasta que acaben. Si te interrumpen a ti puedes decir “Gracias, pero me gustaría acabar la historia para que tengas toda la información antes de darme tu opinión”. 
  1. Discutir solo de un tema a la vez. Habitualmente empezamos discutiendo de un tema y de repente abrimos la caja de Pandora: “Es que tu madre...”, “Te dije que bajaras al perro…”, “La lavadora…”. No abras muchas puertas porque es importante que la discusión sea concreta. Para resolver un conflicto es importante centrarse en “Qué, cómo, cuándo y por qué me molesta”. Cuanta más precisión tengamos, más efectivo será el cambio que produciremos. Si hay muchos temas que resolver, haz una lista con ellos y empieza con los más sencillos. Recuerda que la idea es llegar a acuerdos para mejorar la situación, no entrar en un ciclo de reproches. 
  1. Negociar. Aprender a negociar se resume en “Ni para ti ni para mí”. Es decir, llegar a un punto intermedio, aceptando una situación distinta a la que consideramos ideal para nosotrxs. Saber negociar es fundamental porque precisamente la calidad de una relación no se mide por el número de problemas, sino por el número de soluciones intentadas. Las personas que mejor negocian son aquellas que ponen todas las opciones sobre la mesa, las valoran y buscan tantas alternativas como se les ocurre para mejorar esa situación en beneficio de todas las personas implicadas.

¿Están las dos partes de acuerdo?
  1. Terminar una crítica con algo positivo. Difícil, sí, pero no imposible. En lugar de “Estás tan centradx en ti que siempre estamos en las mismas”, intenta un “Gracias por escucharme. Me ha molestado esta situación, pero espero que la solucionemos porque me la paso genial contigo”. Para producir un cambio es mucho más potente reforzar lo positivo de la conversación que reprochar.
  1. Cuando perdemos el tema de la discusión. ¿Qué hago cuando la conversación pasa a ser un círculo vicioso de reproches? Lo mejor es parar, respirar (las veces que haga falta) y simplemente aplazarla para otro momento. La idea es que sea un debate constructivo para que nos aporte mejoras. No discutas si estás de mal humor o triste, mejor di “Lo siento, pero prefiero hablar de esto en otro momento, voy a tranquilizarme”. Cambia de actividad, cuenta ovejitas o sal un rato a respirar al balcón. Aunque cueste es importante no insultar ni levantar la voz. Si te lo hacen a ti, puedes decir “Ahora mismo estás nerviosx para tener una conversación, haz algo que te relaje y después hablamos”. 
  1. Mensajes yo. Este tipo de mensajes nos ayudan a definir exactamente qué sentimos y qué queremos cambiar para comunicarlo de manera efectiva. En vez de “No pagues conmigo tu mal día”, podemos promover un cambio en la otra persona diciendo “Cuando tú me hablas mal, yo me siento triste porque eres importante para mí. Te pediría que si tienes un mal día, me lo digas para que pueda ayudarte”. Prueba con esta técnica cuando quieras mandar mensajes asertivos a tu pareja: CUANDO TÚ ________, YO ME SIENTO_____PORQUE________. TE PEDIRÍA QUE_____.
  1. Un buen momento para hablar. A veces tenemos tantas ganas de discutir un tema que no sabemos elegir el momento para hacerlo. Antes de empezar pregúntate lo siguiente: ¿Es un buen momento para hablar de este tema? ¿Estoy bien emocionalmente para hacerlo ahora? ¿La otra persona está bien ahora para hablarlo? ¿Sé qué quiero decir? ¿Suma o resta? Si consideras que es un buen momento y tienen tiempo y tranquilidad, coméntale a tu pareja que quieres hablar de tal tema y si le parece bien ahora. Si no puede ser, propongan en qué momento. ¡Es mejor tener tiempo para discutir las cosas con calma! Si tienes mucha necesidad de hablarlo ya, puedes escribir lo que quieres decir antes para asegurarte de que lo harás con asertividad.

Cuando descubres la magia de la asertividad

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Como has visto, la asertividad es una capacidad que nos permite mejorar nuestra comunicación con el resto. Esperamos que te pongas manos a la obra y conviertas tus palabras en herramientas de cambio. ¡Lo que decimos puede transformar no solo nuestra relación de pareja, sino nuestra relación con todo el mundo!