Hablemos de sexo. Pero del de antaño. Remontémonos a la época de los egipcios. Así de antigua es una enfermedad que solo sufrían las mujeres que se utilizó para remarcar la "diferencia" (inexistente, cabe remarcar) entre hombres y mujeres que nos sigue afectando en el S. XXI.
El origen del vibrador: la histeria femenina
Según el pueblo egipcios, luego los filósofos y más adelante el pueblo griego, la histeria femenina era considerada una enfermedad que solo sufrían las mujeres y que era superpeligrosa para la sociedad. Los síntomas más destacados de esta supuesta enfermedad eran: tener fantasías eróticas, la irritabilidad, la presencia de lubricación vaginal (o, como lo entendemos nosotr@s, que la mujer estuviera... excitada) y la "tendencia a causar problemas".
Según los médicos de la época, la histeria femenina se había convertido en una plaga entre las mujeres y lo peor es que no tenía cura. Es decir, que las mujeres estaban condenadas a sufrir la “histeria” por el resto de sus días. Pero, por suerte para ellas (ja, ja), había un tratamiento que aliviaba los síntomas y que consistía en un vigoroso masaje en los genitales (es decir, en masturbarlas) hasta conseguir lo conocido como paroxismo histérico (es decir, un orgasmo).
Para la época, se creía que una mujer era incapaz de sentir placer en los genitales si no había la presencia de un miembro viril, es decir, un pene. Es por eso que los "masajes" eran bien vistos por la sociedad y se aceptaban como "cura" a la histeria femenina. Lo que ocurría es que, a veces, a las mujeres les costaba horas conseguir llegar al "paroxismo histérico". Y os podéis imaginar el brazaco fuerte que acababa teniendo el médico si tenía que "tratar" (masturbar) a, aproximadamente 10 mujeres al día, más o menos 1 hora por mujer. Los médicos odiaban esta cura pero tampoco iban a"remitir" a una paciente a una comadrona y perder ellos el dinero. No, no.
El primer vibrador
Hasta que un día, el doctor J. Mortimer Granville inventa en 1880 el primer "vibrador" - o masajeador eléctrico, como prefieras llamarle - cuyo aspecto era bastante parecido a este:
Algo grande y aparatoso, ¿no? Pues este aparato - que fue creado 9 años antes del aspirador y 10 años antes de la plancha eléctrica - se convirtió en un éxito total. Tanto, que a finales del S. XIX, los tratamientos con vibradores eran uno de los más ofrecidos en los balnearios de lujo de EE.UU. y Europa.
La evolución del vibrador
En el año 1902 ya se comercializaban vibradores “portátiles” para utilizarlos desde la comodidad de las casas (aunque seguían siendo grandes y aparatosos) y se vendían en todo tipo de tiendas, se anunciaban en las revistas de moda... ¡Todo un hit del momento!
Sin embargo, no es hasta 1952 cuando la Asociación Americana de Psiquiatría descarta la histeria femenina como una enfermedad. Esto, unido a la aparición de los mal llamados "consoladores" en películas de adultos, hizo que el vibrador fuera visto como un instrumento de perversión y se convirtió en un tabú alrededor de la sexualidad.
Y eso nos trae a la actualidad, donde hay - gracias a los santos - millones de tipos, tamaños y colores de vibradores que han llegado para quedarse y hacernos disfrutar aún más y alegrarnos la existencia.
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¿Y tú, ya tienes el tuyo?