Últimamente, muchos han sido los casos sobre abusos sexuales que han salido a la luz: desde la violación de una chica en los Sanfermines del 2016 que presuntamente cometió "La Manada", pasando por el triste y sonado caso de Cyntoia Brown, una joven que fue condenada a cadena perpetua tras matar a su agresor sexual; hasta la más reciente oleada de denuncias que ha vivido Hollywood, entre los que se escuchan nombres bastante familiares como el reconocido comediante Bill Cosby, el exprotagonista de House of Cards, Kevin Spacey o el productor Harvey Weinstein.
En España, lamentablemente, la cosa no mejora mucho. Según los informes del Ministerio del Interior, en nuestro país ocurre una agresión sexual cada 8 horas, es decir, 3 agresiones sexuales al día, lo que eleva la cifra a más de en la última década. Impresionante, ¿no?
Y si te parece un caso muy aislado, responde: ¿cuántas veces, como mujer, has sentido miedo al caminar por una calle oscura tú sola? ¿O has preferido esquivar a ese grupo de hombres que estaban en una esquina probablemente hablando de videojuegos, solo por si acaso? ¿O te has topado con el típico baboso de discoteca que se piensa que, como lo estás dando todo sintiéndote la J-Lo de tu barrio, tiene derecho a tocarte el culo, así sin pedir permiso?
La educación sexual como solución al problema
El problema está en que hemos intentado solucionar el problema de las agresiones sexuales enseñando a las mujeres a defenderse, a evitar salir a la calle solas después de cierta hora, a no usar depende de qué ropa cuando, en realidad, deberíamos cambiar el enfoque y enseñar a la juventud a vivir en libertad y respetando a sus iguales. Debemos enseñar a los niños a no violar. A preguntar antes de tocar. Debemos enseñar que, si la respuesta es no, deben respetar esa decisión.
Nos equivocamos al pensar que la educación de nuestr@s peques está a manos de sus profesores, que “eso ya se lo enseñarán en el colegio”, cuando debemos de ser sus padres, madres, tí@s, herman@s mayores y abuel@s quienes les hablemos sobre su sexualidad que, ojo, va mucho más allá de una relación sexual.
Enseñarles que el rosa no representa a las niñas, ni el azul a los niños. Que hay más allá de las familias con papá y mamá. Que no tienen por qué sentir atracción por alguien de su sexo opuesto. Que sus genitales están ahí también para disfrutar. Que el porno es, como Terminator, ciencia ficción. Que así como no esperas encontrarte un robot asesino en medio de la calle, no debes esperar que el porno se parezca al sexo en la vida real. Y que los niños y las niñas tenemos los mismos derechos, que no hay uno más importante que el otro y que el respeto es la clave de la convivencia.
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Enseñemos a nuestros niños a no violar. Acabemos con el miedo. Apoya y difunde la educación sexual integral.