Seguramente has escuchado hablar, o has leído en redes sociales, sobre la responsabilidad afectiva; que si alguien la practica entonces se trata de una persona que le importa el bienestar de lxs demás, pero...si te estás preguntando ¿qué significa realmente? A continuación te lo explicamos. 

La responsabilidad afectiva es la capacidad que tenemos las personas para hacer, decir o actuar de manera consciente y considerando a la otra persona. Actuar así, en definitiva, no es algo novedoso; lo que es reciente es que pongamos atención, estemos más conscientes de ello y le llamemos por su nombre: responsabilidad afectiva, para comenzar a poner en práctica el respeto y cuidado mutuos. 

 

¿Dónde nace el término?  

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En la década de 1980, las psicólogas Deborah Anapol, Dossie Easton y Janet Hardy pusieron sobre la mesa el término de responsabilidad afectiva. Su origen tuvo que ver con el poliamor y las relaciones abiertas desde lo ético. Ellas dijeron que las personas debemos hacernos cargo de nuestros actos y sentimientos y ser conscientes de cómo impactan estos en las otras personas.  

En otras palabras, hablaron de cuidarnos mutuamente a través de la comunicación asertiva y la empatía. Parece fácil, ¿no?. Pero sabemos que en la práctica no lo es tanto.  

Para comenzar a practicar la responsabilidad afectiva debemos proponer acuerdos y límites, hablar de nuestras necesidades, expresar nuestros deseos y ser empáticos con las personas que consideramos más cercanas. También debemos aclarar qué tipo de relación tendremos con cada unx para evitar malos entendidos.  

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La responsabilidad afectiva no solo se refiere a las parejas, sino a todas las personas que nos rodean y conforman nuestro círculo cercano, como familiares y amigxs. No se trata de hacernos cargo de las emociones o sentimientos de las demás personas porque cada quien es responsable de lo que piensa y siente, peeero cada quien es responsable de lo que hace y es aquí donde podemos aprender a ejercer la responsabilidad afectiva: cuidando lo que hacemos y lo que decimos a través de la asertividad, es decir reconociendo las propias emociones y aprendiendo a compartirlas sin caer en la crueldad.  

Entonces, una persona con responsabilidad afectiva es aquella que toma decisiones de manera consciente y asume las consecuencias de las mismas, con auto cuidado y cuidado.  

Recomendaciones para trabajar, aprender y fortalecer la responsabilidad afectiva

Vamos a ponerlo más fácil. A continuación, te dejamos algunas recomendaciones que puedes llevar a cabo para trabajar, aprender y fortalecer tu responsabilidad afectiva, ¿listx? 

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  • Comunicación asertiva: reconoce tus emociones para poder comunicarlas sin culpar a la otra persona. Recuerda que somos responsables de lo que sentimos y cómo lo expresamos: para ello es importante hablar desde lo que te está pasando. Ejemplo: “Me siento ignoradx cuando...”. Al hablar desde lo que sentimos y no desde la acusación, nos pone en otro plano y es una forma más cuidada de comunicarnos.   
  • Empatía: ponte en los zapatos de la otra persona. Siempre puedes ver las cosas desde otra perspectiva, es decir, si sabes que algo que harás dañará a la otra persona, es mejor pensar antes de actuar.  
  • Deja en claro lo que quieres: deja en claro tus intenciones o si algo cambia en relación con otra persona y de esta manera no jugarás con los sentimientos de los demás. Esto también sirve para poder comunicar lo que te gusta y lo que no, en cualquier aspecto de la relación.  
  • Auto cuidado: poner límites es cuidarte y para ello debes saber exactamente lo que estás dispuestx a hacer y lo que no: debes dejarlo claro y acordado. De esta manera te cuidas al no dejar que traspasen esa línea.  
  • Acuerdos: la clave de acordar es ganar-ganar, es decir, las partes involucradas deben estar de acuerdo con lo que quieren. Establecer acuerdos desde un principio en cualquier relación que tengas, te evitará un mal sabor de boca.  

Al ejercer la responsabilidad afectiva, nos olvidamos del famoso “yo, yo, yo” para pensar en el otrx también, sobre todo si lo que hacemos le impactará de alguna forma. Recuerda que el principal objetivo de la responsabilidad afectiva es construir vínculos afectivos más humanos y equitativos.  

  

Ahora que ya sabes de qué se trata, puedes empezar a aplicar la responsabilidad afectiva para construir relaciones más transparentes y sanas. Comparte este artículo para que cada vez más personas sepan de ella y de esta manera podamos tener vínculos más transparentes, basados en el conocimiento y no en las suposiciones que pueden darnos malas sorpresas.